CAMBIOS DE PARADÍGMAS

INTRODUCCION: Autor: E.S. Diego Castrillejo



Es aceptado que ha habido un cambio general de paradigma en la sociedad. El mundo, las instituciones, los vínculos, las personas, no solo adquieren nuevas herramientas sino que se reconstruyen en torno a la tecnología. Uno de los aspectos quizás más evidente de estos cambios, en el que hacen acuerdo numerosos y reconocidos autores, es el progresivo desplazamiento del capitalismo productivo, hacia un capitalismo informacional: la información no es solo materia prima sino también producto, e incluso moneda de cambio. Esto definitivamente no solo modifica las relaciones económicas o entre países, sino que abarca y determina las posibilidades de las personas.Hoy las posibilidades de elegir, de aprender, de trabajar, de conocer, están determinadas, entre otras cosas, por las formas de acceso y manejo de la tecnología. Si sabemos cómo, tendremos al mundo en el teclado.

Sociedad de la información, sociedad del conocimiento, son términos que escuchamos muy seguido, asociados a diferentes temas y sosteniendo diferentes acciones o posiciones. En realidad, y como sucede con muchas otras cosas, si nos preguntáramos de qué estamos hablando cuando nos referimos a estos términos es probable que no podamos dar una definición clara para ellos, o que sea difícil encontrarla. En cualquier caso se puede asociar con facilidad estos términos a las denominadas tecnologías de la comunicación y la información.

En la actualidad las tecnologías digitales de la comunicación y la información han tenido una expansión casi violenta, llegando a pautar no solo formas de consumo sino también la forma de hacer de los individuos y de las sociedades. Hasta el punto de que casi todo ha sido redefinido en función de éstas. Las posibilidades de desarrollo, de crecimiento e incluso de inclusión parecen estar determinadas por la relación con las tecnologías.Sin embargo, y en paralelo se han comenzado a construir conceptos como el de analfabetismo digital, brecha digital, y se han redefinido viejos términos para llegar a la construcción de la exclusión o de la pobreza digital.

El objetivo de esta clase es poder introducirnos en estos temas y analizar algunos términos y las concepciones que encierran o sostienen. Evidentemente son temas muy extensos y complejos por lo que intentaremos dar apenas una idea general para poder enmarcar este curso, y empezar a generar las discusiones necesarias para poder pensar la pedagogía en el contexto tecnológico.
CAMBIO DE PARADIGMA

“En el último cuarto del siglo que termina, una revolución tecnológica, centrada en torno a la información, ha transformado nuestro modo de pensar, de producir, de consumir, de comerciar, de gestionar, de comunicar, de vivir, de morir, de hacer la guerra y de hacer el amor.”1

En las últimas décadas del siglo XX nuestras sociedades vivieron una serie de transformaciones centradas entre otras cosas en el desarrollo de las tecnologías digitales de la comunicación y la información, el abaratamiento de las computadoras personales y el incipiente desarrollo de las redes, que potenciaron y cambiaron las formas de comunicarse, transformaron poco a poco el lugar que tenía la información y la tecnología en la sociedad.

El modo de desarrollo industrial, que reinó hasta mediados del siglo pasado, en el que la producción estaba centrada en objetos materiales, fue poco a poco desplazado por un modelo diferente, en el que la producción, procesamiento, y acceso a la información comenzó a constituir un factor definitivo en la generación de poder.De esta manera se ha ido consolidando lo que Castells denomina sociedades informacionales, en las que la información juega un papel central no solo en su funcionamiento sino también en su estructura.

En 2005 Victoria González 2, analizando este proceso plantea que no estamos en una época de cambio, sino que la sustitución general del industrialismo nos sitúa frente a un cambio de época, estamos transitando un cambio radical de las relaciones y acciones sociales, cambiando las formas de casi todo lo cotidiano. Y, en este cambio de época,

“la tecnología de la información está generando un nuevo modo de desarrollo y un diferente modo capitalista de producción, de experiencia y de poder”3

Este cambio de paradigmas no es homogéneo. Aunque las redes de comunicación de alguna manera han consolidado los procesos de globalización, en cada región o país, la sociedad informacional adquiere características propias resultado de procesos ‘locales’ y dinámicas ‘globales’, consolidándose diferentes sociedades informacionales.

De todos modos el lugar que ocupan las tecnologías en el imaginario social hace que haya una suerte de aceptación de este nuevo modo de desarrollo, de este “nuevo capitalismo”. Hoy las tecnologías son un factor fundamental en las dinámicas de integración y desarrollo social a nivel local, regional y mundial.

Un proceso de esta magnitud es sin duda generador de nuevas subjetividades, de nuevos sujetos. Evidentemente los aspectos posibles para analizar son muy extensos y exceden la intención de este texto, por lo que vamos a resaltar algunos que nos parecen particularmente interesantes.

Uno de estos aspectos es la forma en que los discursos, las palabras, van echando raíces en el imaginario colectivo, desde el concepto de “revolución” tecnológica hasta la inexorable velocidad y necesidad de los cambios. Los términos son redefinidos o reinventados casi tan rápido como los elementos tecnológicos hasta el punto de que casi no nos detenemos a pensar en ellos. A quién se le ocurriría cuestionar que ha habido una revolución tecnológica, y por lo tanto que es necesario sumarse a ella, o que existen los “nativos digitales”, o que si no estamos conectados estamos fuera. A quien se le ocurre pensar o plantear la relatividad de la sociedad del conocimiento, aún cuando dudemos de la democratización de la información.

Los términos son redefinidos o reinventados casi tan rápido como los elementos tecnológicos hasta el punto de que casi no nos detenemos a pensar en ellos. A quién se le ocurriría cuestionar que ha habido una revolución tecnológica, y por lo tanto que es necesario sumarse a ella, o que existen los “nativos digitales”, o que si no estamos conectados estamos fuera. A quien se le ocurre pensar o plantear la relatividad de la sociedad del conocimiento, aún cuando dudemos de la democratización de la información.


SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN / SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

. La idea de Sociedad de la información se gestó, tomo forma o formas y se institucionalizó en las últimas dos o tres décadas, asociada fuertemente a las tecnologías, o mejor dicho a las tecnologías digitales, de la comunicación y la información (TIC´s). Sin embargo es un concepto que, al igual que muchos otros, se ha ido vaciando de contenido por el uso mediático y político.

No es sencillo encontrar una definición concreta ya que en función del contexto y la intencionalidad la idea de sociedad de la información puede cambiar radicalmente.Si bien ya en la década del 70 se hablaba de sociedad de la información, el término surge con fuerza a comienzos de los 90 apoyado en el desarrollo de Internet y de las TIC’s en general y avalado por los discursos y políticas de los países más desarrollados.

De a poco se fue legitimando e incluyendo en las agendas de diferentes organismos o grupos de trabajo, desde el G8 hasta la ONU.

“En este contexto, el concepto de "sociedad de la información", como construcción política e ideológica, se ha desarrollado de la mano de la globalización neoliberal, cuya principal meta ha sido acelerar la instauración de un mercado mundial abierto y "autoregulado". Política que ha contado con la estrecha colaboración de organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para que los países débiles abandonen las regulaciones nacionales o medidas proteccionistas que "desalentarían" la inversión; todo ello con el conocido resultado de la escandalosa profundización de las brechas entre ricos y pobres en el mundo.”5

Si bien estamos acostumbrados a escuchar el término sociedad de la información y a asociarlo con las ventajas que pueden brindar las tecnologías o la información, no es común que nos detengamos a pensar qué significa o qué implicancias puede tener para cada uno, o para la sociedad en su conjunto.

En la cumbre mundial de la información celebrada en 2003 y 2005 en Ginebra y Túnez respectivamente, se reunieron representantes de una gran cantidad de países, así como representantes de la sociedad civil, con el fin de consensuar en torno al concepto de sociedad de la información, sus implicancias y posibles acciones. Este evento entre otros termina de darle legitimidad al término aunque no a su significado. Es interesante recorrer los caminos de la Cumbre para darnos cuenta de las enormes implicancias que tiene no solo la discusión semántica sino también los “juegos” de poder que se desarrollan en torno a ella.

Mientras que la denominación “sociedad de la información” fue sostenida y defendida por los gobiernos y representantes empresariales, haciendo hincapié en “la información”, los representantes de la sociedad civil se centraron en el término sociedad. De esta manera una postura sostiene la relevancia de las tecnologías como motor de los procesos de desarrollo mientras que la otra pone el énfasis en los seres humanos y sus necesidades.Es así que uno de los objetivos que llevaron a la promoción de la cumbre:

“establecer […] un concepto común y armonizado de la sociedad de la información”6

no pudo concretarse, ya que los intereses de las empresas y la sociedad civil chocaron frontalemente al intentar llegar a un consenso en cuanto al significado e implicancias de la llamada sociedad de la información. Es interesante, para tener una visión mas completa de este tema, el relato de estos debates que hace Sally Burch en el artículo “Sociedad de la información / Sociedad del conocimiento”.La idea de sociedad del conocimiento es, a veces, manejada como sinónimo de sociedad de la información, aún cuando tiene implicancias sustancialmente diferentes.Esta denominación es preferida por los académicos y quienes buscan conscientemente despegarse de los discursos tecnocráticos y empresariales; y es también la denominación elegida por la UNESCO, sociedad del conocimiento, o sociedad del saber.

“Estas sociedades se basan en una visión de la sociedad que propicia la autonomía y engloba las nociones de pluralidad, integración, solidaridad y participación”. […] la noción de sociedades del conocimiento es más enriquecedora y promueve más la autonomía que los conceptos de tecnología y capacidad de conexión que a menudo constituyen un elemento central en los debates sobre la sociedad de la información. Una de las características de esta revolución es la velocidad de los cambios, en particular de los cambios que impactan en cada uno de nosotros y nosotras. Solamente hacer un recuento de los diferentes elementos tecnológicos que se han puesto a disposición de las personas en los últimos años ocuparía bastante mas espacio del destinado a estas líneas.

VELOCIDAD /CAMBIOS/INFORMACION

Los cambios de a poco se van constituyendo en la tónica de estos tiempos, vivimos en un mundo de cambios, a los que hay que adaptarse o sumarse para no quedar afuera. Y de a poco se consolida la lógica del cambio, nada es estable, nada es perdurable, todo puede ser reemplazado rápidamente por un nuevo “adelanto” y sus supuestas ventajas. Junto con los cambios hay otra variable que se ha potenciado: lavelocidad. Velocidad en las comunicaciones, en la obtención de información y objetos, en la sustitución de herramientas, en la obsolescencia de cada uno de los elementos que consideramos necesarios, hasta que deja de serlo. Y con la velocidad se consolida una cultura del inmediatismo que la potencia, generándose un esquema en el que el cambio, la velocidad y lo inmediato están fuertemente entrelazados.

Esta lógica no difiere, o no parece diferir al menos, de la lógica del modelo industrial o financiero de finales del siglo XX, simplemente se ha potenciado hasta un límite posiblemente difícil de predecir hace 50 o 60 años y se a extendido a casi todos los sitios del planeta en donde haya desembarcado la “sociedad de la información”.

Estas dos lógicas, velocidad y cambio, parecen ser la base de una nueva forma de vivir. En este marco, es interesante analizar de qué forma la velocidad de los cambios deja cada vez menos espacios para la reflexión acerca de éstos, la necesidad a la que se ven enfrentadas las instituciones para responder a las exigencias o a las presiones por estar “al día” hace muy difícil que se puedan analizar críticamente muchas de las innovaciones tecnológicas, llegando al extremo de que tampoco se analizan seriamente los beneficios de su incorporación.Los discursos y declaraciones llenan muchas veces los huecos y la reflexión queda relegada casi hasta desaparecer.

Desde que Nobert Wiener, en la década del 60, anunciaba el advenimiento de una sociedad de la información, hasta la actualidad se han elaborado un sinnúmero de términos para indicarnos la importancia de la información, y la incidencia de esta en nuestras vidas. Las tecnologías y redes digitales han transformado, en parte, esa idea en una realidad.Es interesante, y eso se lo dejo a los sociólogos, analizar la relación entre los discursos, los cambios sociales y los cambios tecnológicos. Evidentemente estamos frente al dilema del huevo o la gallina, no es la tecnología la que cambia la sociedad, ni ésta la que determina los avances o desarrollos. Si miramos un poco la historia veremos que en realidad es un “juego” de interacciones en las que hay un elemento determinante, el poder.
LA BRECHA DIGITAL

La Brecha Digital es probablemente uno de los conceptos centrales que atraviesa casi cualquier debate que aborde la cuestión de la incidencia social de las tecnologías de la comunicación e información. En este tema, como en otros, no parece haber una definición concreta en la cual haya consenso entre los diferentes actores sociales, económicos y políticos. Las diferencias de enfoques o de intereses han generado diversas definiciones o interpretaciones de la brecha digital.

Si bien se suele situar el origen cronológico del término en la década del noventa ya en 1978 la UNESCO8 hacia referencia a la brecha tecnológica:

“La adopción de la informática por los países del Tercer mundo y la aplicación de una política en este ámbito les permitirá acceder al mismo nivel de desarrollo que los países industrializados.La experiencia de los países industrializados prueba que la informática, nacida del progreso, puede, a cambio, acelerar el desarrollo. Si los países en desarrollo logran dominarla, puede incluso, gracias a una mejor administración de los recursos, contribuir a atenuar la brecha que los separa de los países poderosos”

Una primera aproximación al término nos lleva necesariamente a pensarlo como las diferencias de posibilidades entre los que tienen y los que no tienen acceso a la tecnología, de hecho esta idea se ha impuesto, con el paso del tiempo, en las últimas décadas.Sin embargo, esta formulación o esta mirada es reduccionista, por no decir reducida. Una de las características de algunos análisis respecto a las sociedades de la información y el conocimiento es la generalización, o mundialización de los análisis, es así que se habla de “La Brecha Digital”, sosteniendo de alguna forma que es un fenómeno homogéneo y con características similares en todos los países y regiones del mundo. Esta visión está asociada a posturas ciertamente deterministas en cuanto a la relación entre la tecnología y el desarrollo, las mismas posturas que sostienen que el desarrollo de los países depende de la puesta en práctica de políticas de expansión de las tecnologías.

Si bien muchas de las “definiciones” oficiales que se pueden encontrar acerca de la brecha digital coinciden en señalar que ésta está compuesta de diferentes aspectos, rápidamente en los diferentes análisis se centran en uno solo de ellos, la posibilidad de acceso o no a Internet. Es así que en los últimos tiempos la noción de brecha digital esta fuertemente asociada a dicho acceso.

“En los últimos años, como consecuencia de que las tecnologías de la información y de la comunicación se han convertido en la columna vertebral de la economía de la información mundial y de que han dado lugar a la sociedad de la información, se ha puesto mayor atención a la diferencia de acceso a las TIC entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Esta diferencia se conoce como la “brecha digital”. Pero ¿qué tan grande es? ¿Está creciendo o se está reduciendo?Una manera significativa de medir esta diferencia de acceso a las TIC es estudiar las divergencias entre los países desarrollados y los países en desarrollo en lo concerniente a la introducción de diversos servicios de TIC (teléfono, teléfono celular, internet) y de computadoras portátiles, en la última década. [...] La diferencia se ha reducido visiblemente, con un progreso particularmente rápido en el sector de los teléfonos celulares y en el uso de internet.”9

Es así que se elaboran indicadores para “medir” la brecha digital basados exclusivamente en el acceso o no a las tecnologías o a Internet. En particular la Unión Internacional de Telecomunicaciones diseñó dos índices, el Índice de Acceso Digital, y el Índice de Oportunidad Digital, ambos basados en el acceso a las tecnologías o a Internet, sin tener en cuenta otros factores. Éstos indicadores son los que se utilizan en muchos países, en particular en Uruguay, para “medir la brecha digital” (para saber mas...)10

La importancia que han adquirido las tecnologías de la comunicación e información hacen que éstas ocupen un lugar importante en los discursos y políticas públicas, y es este un punto donde la “visión” sobre la brecha digital es determinante. Si se la considera como las diferencias de acceso a Internet o a los elementos técnicos, alcanzaría con inversión económica para solucionarla. Sin embargo, hay diferentes construcciones que entienden la brecha digital como expresión y resultado de las demás brechas sociales y por lo tanto no basta solucionar barreras tecnológicas para reducirla.

Diferentes autores han elaborado concepciones más amplias, y probablemente más acertadas acerca de la brecha digital, en las que la relacionan con diferentes contextos y con diferentes aspectos, situando este fenómeno en una órbita más grande, que escapa a las tecnologías en si mismas.

“La brecha digital se define como la separación que existe entre las personas (comunidades, estados, países…) que utilizan las Tecnologías de Información y Comunicación como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas y que aunque las tengan no saben como utilizarlas.La brecha digital puede ser definida en términos de la desigualdad de posibilidades que existen para accesar a la información, al conocimiento y la educación mediante las TIC. La brecha digital no se relaciona solamente con aspectos exclusivamente de carácter tecnológico, es un reflejo de una combinación de factores socioecnómicos y en particular de limitaciones y falta de infraestructura de telecomunicaciones e informática.”11

Esta concepción plantea que la denominada brecha digital es heredera de las otras brechas que se extienden a lo largo y ancho de nuestras sociedades, las brechas económicas, las brechas sociales, educativas, de género, étnicas, generacionales, etc.

Kemly Camacho12 sostiene que hay tres aspectos que componen la brecha digital:

“a) El enfoque hacia la infraestructura: o sea, la posibilidad/dificultad de disponer de computadoras conectadas a la red mundial. Esto incluye también el problema de servidores y de backbones. De hecho, los países del sur siguen dependientes de los equipamientos del norte.b) El enfoque hacia la capacitación: es decir, la capacidad/dificultad de usar estas tecnologías. Se empezó a contemplar que también existe una diferencia relacionada con las habilidades y capacidades para utilizar adecuadamente la tecnología y no solamente con la posibilidad de disponer de computadoras. En este sentido, se comienza a desarrollar el concepto de alfabetización digital relacionado con el de brecha digital.c) El enfoque hacia el uso de los recursos: se refiere a la limitación/posibilidad que tienen las personas para utilizar los recursos disponibles en la red. En los últimos tiempos, se ha integrado en el concepto de brecha digital las posibilidades de utilizar la tecnología no solamente para acceder a la información, el conocimiento sino también a un nuevo modo de educación y para aprovechar de las “nuevas oportunidades” como el desarrollo de los negocios, la atención médica en línea, el teletrabajo, el disfrute de nuevas formas de entretenimiento y ocio.”

De esta manera se podría hablar de diversas brechas digitales, la de acceso, basada en la diferencia entre las personas que pueden acceder y las que no a las TIC; la de uso, basada en las posibilidades de utilización de las personas; y las de la calidad del uso, basada en las diferencias entre los mismos usuarios.

Sin embargo es interesante notar que aunque esta categorización es muchísimo mas amplia que la anterior no deja de estar fuertemente centrada, por lo menos en esta enunciación, en la Internet.

Evidentemente la construcción del concepto depende mucho de los puntos de partida de los análisis y de los objetivos políticos o económicos. Así en la década de los noventa en Estados Unidos la brecha digital era un problema de acceso a la tecnología, y podríamos decir que hoy la brecha digital en los países del tercer mundo no dependen de esto sino de saber leer o escribir, o de otra serie de factores no relacionados con las tecnologías.

“La base del problema es la brecha social y no la brecha digital. Las diferencias estadísticas entre países del Sur y del Norte acerca del acceso de usuarios a las TIC no son otra cosa que el reflejo de esta fractura socio-económica (la cual, de hecho, también existe dentro de los países industrializados)."13

En este sentido, y probablemente en uno de los extremos del espectro, Susana Finquelievich sostiene que la brecha digital no existe.

“Pero, ¿existe la brecha digital? Mi opinión es que no existe: es una de las tantas manifestaciones de la brecha socio-económica existente. Podría hablarse de la misma manera de la brecha laboral, o de la brecha habitacional.”14

Situarnos en una u otra postura, o en alguna de las tantas intermedias, no es solamente adscribir a una definición, sino que implica necesariamente una visión de nuestras sociedades, y en particular de las relaciones entre tecnología, sociedad y desarrollo. No son nuevas las oposiciones entre consumidores y productores, entre reproductores culturales o generadores de cultura, conciencia y subjetividad, y es justamente en esos puntos en donde se pone el énfasis cuando definimos las concepciones de brecha digital o de sociedad de la información y el conocimiento.

Las tecnologías son una realidad, eso es innegable. El punto es tratar de decidir que tipo de posibilidad queremos construir en torno a ellas. Si bien es cierto que el mercado marca desde algunos centros de poder muchas de las tendencias, no es menos cierto que construir alternativas depende de la discusión, y la contextualización acerca de las tecnologías, las sociedades y nuestras realidades.

A MODO DE CIERRE

Al comenzar esta clase plantemos como objetivo poder dar una visión, parcial obviamente, de la relación entre la tecnología y la sociedad. Evidentemente el tema en sí mismo no puede acabarse en estas “páginas”, las connotaciones de los cambios por los que transitamos están directamente relacionadas con todas la disciplinas. Alcanza con elegir un solo aspecto a profundizar para que emerjan las diferentes relaciones e implicancias de un tema basto y complejo.Inevitablemente han quedado muchos elementos, voces, conceptos, que es necesario pensar, algunos de los cuales retomaremos más adelante en el curso. Sin embargo esperamos que lo discutido alcance para que por lo menos podamos formularnos preguntas, que nos empujen a seguir caminando.

Esperamos que como marco nos permita desde aquí poder profundizar en los aspectos que hacen a la pedagogía.